Mis libros de 2022

Manu de La-Chica
15 min readDec 29, 2022

Termino este año pensando que he leído menos de lo que debería. O, al menos, menos de lo que hubiera pensado que leería cuando lo empecé. Porque sí, empecé leyendo muchos libros, y muy rápido, y eran, en su mayoría, buenos libros. Pero llegó el verano —quizá el mejor verano de mi vida— y con él un bloqueo lector que duró varios meses. Volví a leer hace poco. Creo que a mediados o finales de noviembre. Pero estoy volviendo a leer poco a poco. Sin prisas. Sin verdadera rutina.

Siempre he dicho que «no tener tiempo» es una excusa, porque todos tenemos el mismo: 24 horas al día durante 365 días al año. Lo que cambia en cada uno es cómo elige invertirlo, dónde pone sus preferencias. Como decía, este año he vivido uno de los mejores veranos —y quizá también años— de mi vida. Con muchos ratos de silencio, de paseos, de conversaciones, de desconexión digital… También con muchas horas, cada vez más, dedicadas a mi tesis doctoral y, en consiguiente, también horas dedicadas a la docencia y la escucha de pódcasts (me decía Spotify hace cosa de un mes que más de 15.000 minutos en este 2022). Pero los números, en realidad, me dan igual. He sido y soy feliz. Y tengo muchas ganas del 2023, porque, si Dios quiere, haré dos o tres viajes que pueden cambiarme la vida. Entre ellos, una estancia de tres meses en Uruguay. Ya os contaré. Quizá por eso el año que viene tenga incluso menos lecturas. O no. Quién sabe. De eso ya hablaremos dentro de un año. Así que si tenéis sugerencias, os leo por aquí o por el resto de redes.

Mientras tanto, os comparto lo que leí este año. Como siempre, por orden de lectura:

  1. San José, el eco del Padre (Mauro Giuseppe Lepori). Lepori me fascinó el año pasado con Simón, llamado Pedro. Y tenía muchas ganas de leer este libro suyo sobre san José, al que retrata en veintitrés pequeños capítulos. Desde el silencio a la filiación. Porque no hay padre que antes no sea hijo.

2. Mi corazón triunfará (Mirjana Soldo). «Me llamo Mirjana. He tenido visiones de la Virgen María durante más de treinta y cinco años. No puedo decirlo de una manera más directa». En la tarde del 24 de junio de 1981 Mirjana estaba dando una vuelta con su amiga Ivanka por las afueras de Medjugorje (Bosnia) cuando la vieron. Se les siguió apareciendo todos los días. A las dos videntes se les sumaron otro cinco niños del pueblo que también decían ver a la Virgen. Enseguida el pueblo se convirtió en un lugar de peregrinación y eso no le gustó nada al régimen comunista de Tito. Pero nada de nada. Secuestraron a los niños, les sometieron a interrogatorios, a Mirjana — que durante el curso escolar vivía en Sarajevo y no en Medjugorje — le hicieron la vida imposible entrando en su casa todos los días, le expulsaron de su colegio, le intentaron meter en un manicomio… Esta es una historia apasionante, porque siete niños que resisten a una persecución así durante años y siguen fieles a su defensa de «nosotros sabemos que es a la Virgen a quien vemos todos los días» se merecen ser escuchados. Lo fácil sería rendirse y decir que era una mentira. Pero no. Todavía siguen diciendo que ella viene a verles. A cada uno unos días concretos del año. A otros, todos los días. En semana santa fui a Medjugorje y, sin ver nada extraordinario, por su sencillez, me cambió la vida.

3. Los días perfectos (Jacobo Bergareche). «Si te fijas no ha pasado nada excepcional, nada parece demasiado planificado, es todo una sucesión de placeres gratuitos como tomar el sol, tan poco exigentes como el ping-pong de salón, o tan baratos como una cerveza. Aun así me parece que esta carta muestra de manera muy reveladora la verdadera anatomía de ese raro accidente que es un día perfecto: un hombre y una mujer que se buscan desde la hora de despertar para hacer cosas juntos y disfrutar de ello hasta la hora de acostarse. Parece fácil». Una de las grandes preguntas que me dejó este libro es la de cuántas veces confundimos el estar enamorados con el estar enamorados de estar enamorados.

4. El evangelio de las anguilas (Patrik Svensson). Sí, he empezado a formar parte del club de fans de las anguilas. Cuando el año pasado vi este libro en varias listas como esta, supe que quería leerlo. ¿Cómo era posible que un libro sobre anguilas hubiera enganchado a tantos? Ahora ya lo sé. Las anguilas son un misterio. Desde el comienzo de las ciencias naturales han sido un quebradero de cabeza para los investigadores, porque van mutando, porque hasta el siglo XX no se habían descubierto anguilas adultas con genitales desarrollados, porque nunca se ha visto una anguila adulta en el mar de los Sargazos, donde se supone que se reproducen, porque siempre vuelven a donde se instalan… Podría seguir dando datos “absurdos” sobre anguilas que aparentemente no interesan a nadie, pero uno acaba este libro y quiere irse a buscar anguilas. No hace falta más.

5. ¡Dios mío, qué bueno eres! La vida y el mensaje de san Carlos de Foucauld (Andrea Mandonico). Me fascina la figura de Carlos de Foucauld. Me tiene atrapado desde que el año pasado leí Dejad que Cristo os guíe, y eso que ni siquiera ese libro es suyo ni habla directamente de él. De Foucuald se convirtió al cristianismo con 28 años después de unos años como militar francés en el norte de África. Después de unos años en Siria y en Nazaret, se marchó como ermitaño al Sahara argelino y murió mártir a los 58 años. Es considerado por muchos «el hermano universal». Humanamente su vida fue un fracaso: durante su vida no convirtió a nadie, nadie se unió en vida a la congregación de los Hermanitos de Jesús que él había comenzado… Pero su fecundidad espiritual ha sido enorme. Era un loco de Jesús.

6. El crucificado (José Pedro Manglano). ¿Qué miramos cuando vemos un crucificado? ¿Un muerto? ¿El dolor? Cuando los primeros cristianos veían un Cristo crucificado, veían el árbol de la vida, veían un gran abrazo —ellos hablaban del «abrazo cósmico»—. Dios se encarna y, al encarnarse, extiende sus brazos para abrazar toda la realidad humana, y purificarla, y salvarla, y llevarla al Padre. La mirada es fundamental. Y los cristianos necesitamos aprender a mirar bien.

7. Jesús también estaba invitado. Conversaciones sobre la vocación familiar (Mauro Giuseppe Lepori). En febrero volvía a Lepori en estas meditaciones que escribía sobre lo que es el matrimonio. En una de ellas dice: «Toda la vida nace de la gratuidad, de modo que ya no existe verdad si no es en la afirmación gratuita del propio ser y del ser de los demás. Todo es don de Dios, de nosotros mismos y de los demás, y por ello ya no existe relación verdadera si no es donándonos a nosotros mismos y acogiendo a los demás. […] Cuando doy al otro lo acojo, y acogiendo al otro me doy».

8. Cartas del desierto (Carlo Carretto). Carretto fue un hombre muy activo y reconocido en el ámbito de Acción Católica en Italia. Pero a los 44 años decide cambiar su vida y marcharse al desierto siguiendo los pasos de Carlos de Foucauld, del que ya he hablado antes. Desde allí escribe estas cartas a sus amigos. Son un tesoro, porque son la reflexión meditada, silenciosa, de toda una vida anterior. Ya sin pretensión de nada. Solo de amar. Aunque está descatalogado, haceos con un ejemplar si podéis, porque merece mucho la pena. En una de esas cartas escribe:

«Recordad que en el mundo todo es problema, menos una cosa: la caridad, el amor. Sólo el amor no es un problema para quien lo vive hoy. Pues bien, yo os digo: vivid el amor, buscad la caridad. Ella os dará la respuesta, os dirá cada vez lo que debéis hacer. La caridad, que es Dios en nosotros, os sugerirá el camino que habéis de recorrer. Os dirá: “ahora arrodíllate” o también “ahora marcha”.
Es la caridad la que da valor a las cosas, la que justifica “la inutilidad de permanecer horas y horas de rodillas orando mientras tantos hombres tienen necesidad de mi acción y la inutilidad de mi pobre acción ante la consideración de que la muerte destruirá todas las civilizaciones”.
Es la caridad la que jerarquiza las intenciones de los hombres y la que unifica lo que está dividido. La caridad es la síntesis de la contemplación y de la acción, es el punto de sutura entre el cielo y la tierra, entre el hombre y Dios.
Después de haber conocido la acción más desenfrenada y la alegría de la vida contemplativa en el marco más deslumbrante del desierto, repito las palabras de san Agustín: “Ama y haz lo que quieras”. No te preocupes, hermano, de lo que has de hacer, preocúpate de amar. No preguntes ya al cielo con repetidos e inútiles “¿Cuál es mi camino?”, procura, en cambio, amar. Amando descubrirás tu camino; amando escucharás la Voz; amando hallarás la paz».

9. La casa de los pintores (Rodrigo Muñoz Avia). Escuché hablar de este libro, por primera vez, en la entrevista de Javier Aznar a Carla Fuentes en el Hotel Jorge Juan, uno de mis pódcasts conversacionales favoritos. En mi familia nunca hemos sido muy de ir a museos o ver cuadros, pero a mí me fascina cada vez más. Disfruté mucho con esta autobiografía de Muñoz Avia sober cómo es crecer en la casa de dos pintores.

10. La libertad cristiana (Adrien Candiard). Hay quien piensa que el cristianismo es una serie de normas que anquilosan la libertad. Este ensayo sobre la carta de san Pablo a Filemón —una de las más cortas de la Sagrada Escritura— lo desmonta totalmente. El cristianismo es el encuentro con alguien que nos ama sin medida. Pablo «ha descubierto que la santidad no es el cumplimiento de determinadas consignas imperativas, ni la heroica y agotadora subida hacia desafiantes cumbres de perfección, sino la alianza, la amistad con Cristo, la vida con Dios. La revolución es muy sencilla, pero es una revolución total».

11. La invención de la soledad (Paul Auster). No me acuerdo de mucho. Supongo que me entretuvo al menos, porque si no lo habría dejado. Pero no puedo comentar nada más.

12. Todo lo he hecho para ser feliz. Enzo Piccinini, historia de un cirujano insólito (Marco Bardazzi). No sé cómo llegué a una conferencia que pronunció Enzo Piccinini en 1998, poco antes de morir. A esa conferencia, dirigida a jóvenes italianos de Comunión y Liberación, llegó tarde. Venía de una operación que se había complicado. Además de ser uno de los mejores cirujanos italianos de ese momento y de ser una de las referencias del movimiento italiano, era también esposo y padre. Por eso quise saber más de él. ¿Cómo lo hacía para unificarlo todo, para llegar a todos, para no vivir múltiples vidas? Piccinini ponía todo su corazón en todo lo que hacía.

13. Masculino. Fuerza, eros, ternura (Mariolina Ceriotti Migliarese). ¿Qué es ser hombre? ¿Qué le define? En un tiempo en el que se habla de que todo es líquido, que cada uno elige qué quiere ser, este libro explica lo que somos.

14. Erótica y materna. Un viaje al universo femenino (Mariolina Ceriotti Migliarese). Es la otra parte de la historia. ¿Qué es ser mujer? Como su contraparte, muy bueno.

15. El privilegio de ser mujer (Alice von Hildebrand). Otro libro más sobre qué significa ser mujer. Sin aplastar o querer imitar al varón, sino mostrando su especial capacidad para albergar vida, para cultivarla y para involucrarse en todo lo humano.

16. Simplemente cristianos (Thomas Georgeon — François Vayne). Soy muy fan, como se puede ver, de Ediciones Encuentro. Es una de mis editoriales de referencia y ojalá me pagaran por leerles. Pero no. Y este libro, aunque me enseñó más sobre los mártires de Tibhirine —los que inspiraron la película De dioses y hombres (2010)—, me dejó un poco frío. Esperaba algo más de él, algo más narrativo.

17. Judas, amigo mío (Christoph Wrembek). En la basílica de Santa María Magdalena en Vézelay (Francia) hay un capitel en el que se puede ver a Jesús cargando con el cuerpo, ya sin vida, de Judas. Cuando lo descubrió, Wrembeck, sacerdote jesuita, empezó a investigar en ello. ¿De dónde venía esa tradición? ¿Qué quería enseñarnos? En este ensayo ahonda en el significado de la misericordia, en sus límites y en si es razonable pensar que Judas se salvó.

18. Para mí gloria los he creado (Juan José Ayán). En este libro se recogen los ejercicios espirituales que Ayán predicó a la comunidad de Iesu Communio en el año 2000. ¿Quién soy, de dónde vengo, a dónde voy? Las grandes preguntas de cualquier hombre iluminadas por la fe de los Padres de la Iglesia.

19. Antología poética de Jan Twardowski (editado por Rialp, 2009). Personalmente, me cuesta mucho asomarme a la poesía. Nunca sé por dónde empezar. Antes de verano me encontré en Twitter, creo que en el perfil de Luis o en el de Alicia, con algunos poemas suyos y fui corriendo a buscar el poemario. Me sorprendió. Me gustó. Me hizo releerlo y no querer soltarlo. Por ejemplo, este poema:

Te doy gracias simplemente porque existes (Twardowski, 1970).

20. Tirar del hilo. Todas las historias que me han llevado a Roma (Javier Marrodán). Admiro a Marrodán desde que empecé a estudiar Periodismo y tuve la suerte de dedicarle unas palabras cuando nos graduamos en 2019 de parte de toda la promoción. Él nos enseñó a dedicar a cada persona el tiempo que hiciese falta, a ver a personas y no solo personajes para nuestras historias. Y muchas cosas más. Si Javier es un gran contador de historias es sobre todo porque es una buena persona. Una de las más buenas, y a la vez de las más sencillas y discretas, que conozco. Por eso es sorprendente que a Javier le pasen tantas cosas.

En estas memorias, si se pueden llamar así, porque Javier habla mucho más de los otros que de sí mismo, se entremezclan sus años de estudiante, de periodista en el Diario de Navarra, el alpinismo, su cobertura de ETA y de las víctimas, la India, la docencia en la universidad, su vida espiritual ligada al Opus Dei… Y todo bajo una escritura maravillosa. Súper recomendable.

21. Los milagros de la vida (Stegan Zweig). En este pequeño relato de Zweig un hombre recibe el encargo de pintar una Virgen con un niño en brazos. Buscando una modelo, el pintor encuentra una chica judía que puede valerle. No desvelo nada más.

22. Memoria de chica (Annie Ernaux). Cuando le dieron el Nobel de Literatura a Ernaux en la biblioteca de la Universidad pusieron en una estantería un montón de sus obras para poder conocerla un poco. Cuando fui a buscar cuál coger, quedaban este y otros dos libros más. Escogí este y no volvería a leerlo. Ernaux cuenta aquí cómo perdió la virgnidad en un campamento a los dieciocho, su búsqueda del deseo, el miedo al rechazo…

23. Tantos días felices (Laurie Colwin). Lo tenía apuntado en mi lista de libros pendientes por alguna recomendación de otros años y la verdad es que me entretuvo. Una novela sobre un par de amigos que se enamoran de dos chicas súper distintas. Cuatro personajes extravagantes y bienintencionados que no pueden dejar de creer en el amor.

24. Vivir con nuestros muertos (Delphine Horvilleur). Ha sido uno de los libros del año para muchos. Yo no paraba de encontrarme con él en Twitter y decidí darle una oportunidad. Horvilleur es una de las pocas rabinas judías francesas y ofició alguno de los funerales de las víctimas de Bataclan. Es un libro sobre el duelo, y, en el duelo, sobre la vida. Mezcla su experiencia personal acompañando a personas en duelo y la sabiduría de la tradición judía y sus ritos. Interesante.

25. Canción de cuna (Jesús Montiel). Montiel me cautivó hace unos años con Sucederá la flor y siempre ando pendiente de sus novedades. Este año publicó este Canción de cuna, que es un canto de acción de gracias a la maternidad.

«Me pregunta cómo estoy, pero no le respondo. Con ella no puedo fingir, pues me conoce. Las personas que nos quieren son lugares donde no podemos entrar con la mentira: nada más decirles hola nos desenmascaran. Sabemos que alguien nos quiere cuando sin pretenderlo nos desinflamos. Si temblamos delante de su mirada, pero sin miedo».

26. Antes del salto (Marta San Miguel). Empecé el curso escuchando la entrevista de Javier Aznar a Marta San Miguel en el Hotel Jorge Juan (sí, es uno de mis pódcasts preferidos) y la disfruté muchísimo. Me gusta cómo habla y piensa San Miguel. Y decidí que leería su debut literario en cuanto pudiese. Es un libro, creo, sobre la mudanza y el recuerdo, sobre lo que nos acompaña cuando abandonas tu casa, sobre la identidad que nos construimos a partir de lo que ya no tenemos y fue nuestro. Ella se marchó a vivir un año a Lisboa junto con sus dos hijos. Y se olvidó de la foto del caballo que montaba cuando era pequeña. Ahí empieza todo.

27. Llena estos corazones (Cristopher West). Llegué a este libro después de un capítulo del pódcast JuvenTruth en el que hablaron de teología del cuerpo y mencionaron este libro. Creo, sinceramente, que estamos bien hechos y que el camino a nuestra felicidad se encuentra en ir al fondo de nuestros deseos. Por eso estoy muy de acuerdo con esto que escribe West: «Si un cristiano no está buscando satisfacer apasionadamente sus más profundos anhelos, entonces en realidad no está siguiendo a Cristo. Puede estar cumpliendo un código ético, y puede ser de verdad “buena gente”, pero su lámpara no ilumina, su fuego no calienta; no está vivo». Un libro sencillo y asequible para iniciarse en esto.

28. La ciudad de los vivos (Nicola Lagiola). Aún no lo he terminado, pero creo que lo terminaré antes de acabar el año porque me tiene enganchado. Es una investigación de cuatro años sobre el origen del horror: dos jóvenes asesinan a otro, al que casi no conocen, después de torturarlo en un apartamento en el que se reunen para drogarse. Lo confiesan. Lo había visto en varias listas de lo mejor de este año y quería que se me pasara por alto.

** Cuando lo termine, editaré lo que he puesto antes y os cuento algo más**

Y hasta aquí mis lecturas de 2022. Sed muy felices.

Mis libros de 2021.
Mis libros de 2020.
Mis libros de 2019.
Mis libros de 2018.
Mis libros de 2017.
Mis libros de 2016.

Otras listas de libro de 2022:

Los de Lara Hermoso.

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Manu de La-Chica

Me gusta contar historias. Aprendí en el Diario de Navarra, El Español, Je Suis Réfugié, Rome Reports y Stolperstein.